(1) El equilibrista

marzo 12, 2007



- No te voy a lastimar -repito siempre- pero quiero poder lastimarte.

Ese es mi juego. Un poco macabro, pero muy justo, porque me aseguro de que puedan hacer lo mismo. Solo en ese azar existe mi tranquilidad.

Quien me entregue su corazón -comenté alguna vez- tendrá un lugar seguro para él. Una buena oferta, nadie se puede resistir en estos tiempos.
Es que es un lugar seguro, un buen bunker. El problema es que no me los merecía.

Soporto y vaya que soporto cosas.
-"Si querés estar conmigo, tomate estas pastillas. Tengo hongos y no te quiero contagiar"; "Te mentí, no era mi vecino, es mi hijo"; "Fumo pasta"; "Me corté por vos".
Sin embargo, no pude soportar escuchar: "Sos la única persona que me abraza"

No me daba lastima lo anterior, pero esto me dio un poco de miedo. Estaba yendo muy lejos estando tan cerca. Aunque el juego estaba yendo bien, eso no estaba bien.
El juego tenía que terminar.
Todavía quedan cosas por aprender para el objetivo final: domar al sentimiento y creo saber cuales son: Primero saber decir "quiero, pero no puedo". Y después por fin animarse al "puedo, pero no quiero."

Y bancársela.