everytime anytime

febrero 29, 2008


Los mismos diez minutos de espera que la chica que te ilusiona demora en llegar a la segunda cita son los mismos minutos en los que caés, meses después, que todo esta por acabar irremediablemente.
Como todo en relación al tiempo, nunca conviene estar muy pendiente de eso.
La diferencia entre el fuego y las cenizas, también es un instante, ese momento en que no te podés controlar y en dos minutos arruinas todas las vueltas del reloj que invertiste para llegar ahí. Como un salto desde un avión sin paracaídas.
Te tiras o no. Aprovechas la situación o no. Dejas hacer, dejas pasar, dejas caer, soltás o abrazas. Te quemás y caés.
La vida se construye en pequeños momentos, separados por tiempo medible. Lo que pasa con la vida, es que en general, no la vivís por tiempo sino por momentos. La buena vida son momentos, la vida chata se cuenta en un reloj gris y heredado de costumbres que no sabes que son, pero están siempre ahí. Rutinas, en honor a viejos buenos momentos.
“Nos vemos todos los martes a las 8”, “todos los primeros viernes de cada mes hacemos un balance”, jamás, pero jamás se van a comparar con un desinteresado y espontáneo: "en un rato paso por ahí" o “Hoy te invito a comer” surgido de la nada. Quiero ser claro, los momentos se generan, los tiempos se coordinan. Mas allá de las estructuras, es claro que el ser humano en el fondo no se lleva bien con ellas.
Como todo es cíclico también, todo lo que sube baja y un final son varios comienzos. El tiempo nunca retrocede, pero se estira.
Después de varios golpes y un par de cambios de pilas, te das cuenta lo inútil que es seguir las horas por tu reloj o el reloj de alguien mas, empezás a guiarte por momentos.
Cuando alguien me cuenta historias y recuerda las horas, seguro que no es algo que vale la pena. Rutinario, opaco, causal.
Cuando en cambio me cuentan cosas, según los momentos, sé que esos momentos laten, que viven y resucitan, aunque sea de forma anecdótica para ser contados una vez más, que cómo debe ser, ocurre en el momento debido.
A una hora nunca señalada.

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