Tender

Hoy tuve ganas de patear a un niño negro.
No es casualidad que fuera negro, porque es hijo de un vecino del barrio. Es cómico. La gente ya tiene hijos y hacen de padres y todo eso. Mas que entender eso lo aborrezco. Capaz que porque no me pasa, capaz que porque estoy muy lejos o capaz que porque simplemente lo pienso con mi fastidioso lado social. En fin.
Resulta que salí de casa hasta el kiosko de la vuelta de la esquina para comprar puchos. La frase que iba a repetir era lo de siempre: "Que hacés. Me das un Nevada de 10 y 2 chicles?" Eso suma 20 y listo, me salvo de las moneditas. La cuestion es que ni bien salí de casa, veo venir a este engendro, seguramente futuro ladronzuelo, venir caminando, supongo que al ver mis 20 pesos en la mano y mi paso, empezo a apurarse, como yo lo hacía cuando era chico. Que odioso es. La cuestion es que lo relojeaba a ver que hacía y sentía el trotecito del chiquillo viniendo.
Bien.. que hace un adulto? Sonríe y sigue caminando igual.
Que hace un yo? Pasos rápidos.
Si, empecé a apurar el paso, solo para dejarle claro que por mas que corriera, yo soy mas grande mas rapido y mas fuerte. Que la chupe por dios ese infante.
Si. Fue una carrerilla de media cuadra, pero despues me aburrí y me alcanzó. Me dijo: Hola!. Y sonrió. Con la sonrisa de un angoleño o algo asi cuando alcanza un Ñu o alguna ración de la ONU. Y asi fue que me llenó de ira la maldita sonrisa de un niño, hijo de un malandro, bastante respetable en la zona, pero bueno, amigo de la infancia al fin.
Ya habíamos cruzado la esquina y de frente venia una camioneta, una combi, pero de las japonesas, de esas cuadraditas con ruedas chicas que siempre pensé que sería hermoso chocar o que sería facil volcar. Como alguien puede fabricar algo sin estabilidad? No lo entiendo. Igual bueno, mi camioneta no es un prodigio de la aerodinámica pero tampoco intento volcar. Solo a veces pienso en matarme chocando contra algun camion de frente o una columna o cosas asi, pero asi como vienen esas ideas se van y vienen...
Bueno, la cuestion es que cuando el marronzuelo me miró y saludó... no le respondí el saludo, pense que tal vez lo mejor por su actitud era darle una patada en la espalda y escracharlo contra la vereda. Se lo merecía. No me gusta que un niño se me haga el fenómeno. Imaginense, una patada en el torax, desde atrás, como pisando. Lo enterras y queda ahi sangrando por la boca y sin aire. Hermoso. O que tal mejor pensé, lo engancho con la derecha, cae de costado y despues le pateo la cabeza. Ese caso lo descarté porque le estaría haciendo un favor al sacarle los dientes de leche de un solo golpe. Asi que pensé, que tan fuerte deberia patearlo para que impacte de frente sobre la camioneta que les había dicho. Calculo que esos 40 kg de masa muscular podrian volar y revolcarse unos dos metros con una patada. Si era un impacto certero, el niño moriría sufriendo un poco, pero moriría al fin y salvaría al mundo de muchas billeteras perdidas. Las tripas saldrían volando y yo llegaría primero al kiosko, el se llevaría una leccion ejemplar y el conductor aprovecharía a demandarme o algo asi pero no me importaba. Me sentía un energúmeno, estoy loco, pero eso no es novedad.
Enseguida bueno, empezó a trotar el morocho y la idea se desvanceció. Bueno, esta bien, capaz que a la vuelta lo pateo y lo meto en una cuneta, de esas que estan llenas de basura y de ratas o alguna alimaña mas feroz. Las ratas ya no son lo que eran. Una vez maté una rata con un tridente, me sentí tan vikingo. Era como el poder nórdico viniendo a mi, ya me imaginaba con mis trenzas rubias y 2 o 3 rubias trenzándose esperando que vaya y las parta en 8. Que hermoso debe ser ser vikingo y tener un hacha tridente. Sería un arma mortal, no entiendo como no las inventaron. Y matar ratas. Bueno... ta. Basta de pavadas.
Estaba en que el negrito llegaba primero y yo unos metros detrás. No soportaba como con otras cosas.. llegar y ver la cara del negrito sonriéndome mientras le traian el vino en botella de medio a su padre o sus golosinas mugrosas. En fin, en serio que pense en ir a otro kiosko, pero estaba mas boludo que de costumbre. La cuestion es que cuando me apersoné, el morenito me miraba, habia tocado un timbre que hay ahi a la derecha para llamar para que lo atiendan. Me miraba con cara de "ja, te gané". Negro vejiga pensaba yo, cuando vos estes dandole a la pasta base yo te voy a atropellar con mi Hummer, o al menos con la Duna.
Y bueno apareció la tipa que expendía las cosas. Ahí, de una, una metafora de la sociedad. Hermosura, música, canto de valkirias y un mardi grass mental. Pajas psicológicas y caos. La mujer me atendió primero porque yo era mayor, mis brazos tenian mayor alcance ademas y sabía que era un embole atender a un niño. El había hecho el trabajo de tocar el timbre para que yo esperara menos, y encima tuvo que esperar. Formidable, multiorgásmico.
Me fui con los puchos y me comí un chicle adelante de el. Pensé en darle el otro, pero no, ni en pedo, fue solo pensarlo.

Moraleja: El orden universal se manifiesta en las pequeñas cosas, aunque tengas desórdenes mentales galácticos.